¿Sabías que las extintas bombillas halógenas perdían el 95 % de la energía en forma de calor?
En la actualidad, la sociedad está viviendo un momento de concienciación con el cambio climático sin precedentes. Las consecuencias de este, unidas al agotamiento de los combustibles fósiles y el encarecimiento de los precios de energía está haciendo que las personas cada vez seamos más conscientes de la importancia de la energía que consumimos.
Una energía eléctrica cuyo uso más extendido es en iluminación. Desde la invención de la bombilla eléctrica, los seres humanos vimos como cada aspecto de nuestras vidas se veía modificado gracias a una solución que nos permitía conquistar espacios y, sobre todo, un tiempo, la noche, que hasta ese momento nos eran prohibidos.
Sin embargo, la sociedad se sostuvo durante mucho tiempo, casi un siglo, sobre unas bombillas halógenas que si bien resultaban útiles, desde el punto de vista de la eficiencia eran un auténtico desastre.
Y es que, en este tipo de bombillas, solo el 5 % de la energía empleada era dedicada a la producción de luz, disipándose hasta un 95 % de la misma en forma de calor. Un hecho al que hay que unir otros dos factores importantes desde el punto de vista de la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente.
Por un lado, su ciclo de vida era demasiado corto, establecido por los principales fabricantes en torno a las 2/5.000 horas de luz. Por otro, su funcionamiento necesitaba de una serie de gases altamente contaminantes dentro de su construcción. Ambos factores, unidos, no solo generaban una gran cantidad de residuos, sino que estos fueran tan contaminantes como peligrosos.
Tras la aparición del LED, una tecnología mucho más eficiente que gasta hasta un 80 % menos de electricidad, y con una vida útil cercana a las 40.000 horas, esta problemática si no se resolvía, sí que se veía muy solventada.
Un hecho que llevó a que, a partir del 1 de septiembre de 2018, la producción e importación de este tipo de iluminación quedó prohibida en la Union Europea en aras de aumentar la sostenibilidad y reducir las emisiones contaminantes del viejo continente.
